La pérdida progresiva de población y el abandono del medio rural que sufren ciertas zonas del territorio, aquellas que han venido a denominarse la España Vaciada, son un problema social, económico y medioambiental crítico a nivel nacional. Actualmente se calcula que la industria de la madera genera un volumen de negocio anual de aproximadamente 20.000 millones de euros en España, donde crea unos 210.000 puestos de trabajo, a pesar de que la mayor parte de esta labor se desarrolla en zonas que han ido perdiendo población de forma continuada desde mediados del siglo XX. Más del 60% de esos empleos, 130.000, están vinculados a la producción de productos primarios (por ejemplo, muebles) y secundarios (por ejemplo, papel) de la madera, mientras que 80.000 tienen que ver con las actividades forestales y de tala.
Una población rural mermada y envejecida, junto con una demanda limitada y un mercado de la madera estancado con precios bajos en las últimas décadas, han contribuido a la falta de interés y a un déficit de la mano de obra necesaria para llevar a cabo prácticas de gestión forestal adecuadas. La percepción de la silvicultura como una actividad rentable se considera fundamental para evitar su abandono.